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RECIMUNDO VOL. 7 N°1 (2023)
Introducción
Desde el siglo diecinueve la anestesia ha
sido una herramienta de gran ayuda para
los cirujanos, ya que gracias a ella se pue-
den llevar a cabo cirugías que en condi-
ciones normales sería imposible que se
realicen por el sufrimiento que representan
ciertas intervenciones quirúrgicas para el
paciente. Por tanto, se hace necesario recu-
rrir a medios que puedan dar indicio que la
persona está bajo los efectos de anestesia
deseados. Una alternativa tentativa para tal
fin, es el estudio de los cambios en la acti-
vidad eléctrica cerebral a través del uso de
electroencefalografía (EEG) (Gaviria García
& Loaiza López, 2020).
La mejor forma de abatir la incidencia de
complicaciones anestésicas es la evalua-
ción precisa mediante monitoreo electróni-
co y el manejo perioperatorio integral del
paciente quirúrgico. Gracias a los diversos
fármacos anestésicos y al monitoreo elec-
trónico avanzado, se logran optimizar las
dosis de los agentes anestésicos emplea-
dos. En la actualidad, no hay consenso
sobre los parámetros que usan los aneste-
siólogos para determinar una adecuada re-
versión del bloqueo neuromuscular (Sauce-
do Moreno et al., 2021).
El control y la vigilancia adecuada durante
el acto anestésico es de suma importancia
para garantizar la seguridad del paciente,
limitando y/o impidiendo posibles eventos
adversos. Se han utilizado diversos méto-
dos y equipos para optimizar el monitoreo
de los pacientes. Han evolucionado desde
los inicios de la práctica anestésica, comen-
zando con técnicas rudimentarias hasta la
implementación de equipos de monitoreo
avanzado y complejos. Se tienden a utilizar
herramientas subrogadas para distinguir
el estado consciente del inconsciente, en-
tre ellas, observaciones clínicas y paráme-
tros electrofisiológicos como cambios en
la frecuencia cardiaca, presión sanguínea,
frecuencia de respiración, lagrimeo y sudo-
ración, así como estímulos motores. La limi-
PÁEZ CALVOPIÑA, D. C., CUEVA FIGUEROA, A. M., NAVARRETE GUEVARA, P. E., & ZURITA FUENTES, S. D.
tante de estos parámetros es que pueden
llegar a ser inconsistentes e inespecíficos,
sujetos a la subjetividad del anestesiólogo y
variaciones propias del estado del paciente
(Hall Dennis, 2021).
Es importante resaltar que, en la anestesia
general, se utiliza el índice biespectral (BIS)
que es un parámetro desarrollado a partir
del análisis biespectral del electroencefalo-
grama (EEG), analiza el patrón de las on-
das cerebrales y lo convierte en un número
de “profundidad de sedación”, obtenién-
dose mediante la aplicación de un sensor
específico sobre la frente del paciente y se
refleja en el monitor en forma de cuatro pa-
rámetros (Torres et al., 2019). A nivel global
se ha sugerido que la inducción anestésica
guiada por el índice biespectral (BIS), pue-
de reducir los requerimientos de fármacos
hipnóticos y opioides durante este periodo
del acto anestésico entre un 10 a 40%, lo
que podría impactar positivamente en la
disminución de morbilidad, sintomatología
y complicaciones perioperatorias a la mis-
ma vez que reduciría los costos en salud,
al disminuir la dosis de fármacos inductores
y mitigar el uso de medicamentos vasopre-
sores para el manejo de la inestabilidad he-
modinámica (Gomez & Paternina, 2019).
Desde su introducción en la década de
1990, el BIS ha sido ampliamente utilizado
en el monitoreo de la profundidad anestési-
ca y el grado de conciencia durante la fase
de mantenimiento en pacientes que son so-
metidos a anestesia general, alcanzando su
mayor utilidad en el seguimiento intraope-
ratorio de los pacientes que reciben anes-
tesia total intravenosa. No obstante, el uso
del BIS durante la inducción anestésica,
tanto en anestesia total intravenosa como
en anestesia balanceada, no ha sido bien
establecido (Gomez & Paternina, 2019).
Se demostró que la monitorización BIS es
mejor que los métodos de evaluación con
escalas de valoración de la sedación (EVS)
para los pacientes de la UCI con ventila-
ción mecánica invasiva (VMI), en cuanto a