María Cristina Menéndez Palacios a; Antonio Mauricio Chávez Serrano b; Karla
María Delgado
Guillen c; Ana Isabel
Zambrano Mendoza
d
Alternativas
de cuidado
en infantes con convulsiones febriles
Revista Científica
Mundo de la Investigación
y el Conocimiento.
Vol. 3 núm. 4., diciembre,
ISSN: 2588-073X, 2019, pp. 380-394
DOI: 10.26820/recimundo/3.(4).diciembre.2019.380-394
URL: http://recimundo.com/index.php/es/article/view/748
Código UNESCO: 3205 Medicina Interna
Tipo de Investigación: Artículo
de Revisión
© RECIMUNDO; Editorial Saberes del
Conocimiento,
2019
Recibido: 15/09/2019 Aceptado:
23/11/2019 Publicado:
30/12/2019
Correspondencia: mcmenendezpczs5@gmail.com
a. Médica Cirujana; Hospital Oscar Jandl, Galápagos, Ecuador; mcmenendezpczs5@gmail.com b. Médico Cirujano; Hospital Marco Vinicio Iza, Lago Agrio, Ecuador; mauserrat@hotmail.com c. Médica Cirujana; Hospital General Portoviejo, Ecuador; karmari89@hotmail.com
d. Médica Cirujana; Hospital General Portoviejo, Ecuador; mauserrat_87@hotmail.com
RESUMEN
Las convulsiones febriles (CF),
eventos asociados con fiebre en ausencia de una infección intracraneal, hipoglucemia o un desequilibrio electrolítico agudo, ocurren en niños entre seis meses y seis años de edad. Las CF
son el tipo más común de convulsiones en los niños. CF
puede
ser extremadamente aterrador para los padres, incluso si generalmente son inofensivos para los niños,
por lo que es importante abordar la ansiedad de los padres de la manera
más sensible. El objetivo de esta revisión fue centrarse en el manejo de la CF en la edad pediátrica. Un análisis de la literatura
mostró que la mayoría de los niños con CF tienen un pronóstico excelente y pocos desarrollan problemas de salud a largo plazo. El diagnóstico
de CF
es clínico, y
es
importante excluir las
infecciones intracraneales, en
particular después de un CF
complejo. El tratamiento consiste en
el control de los síntomas y el tratamiento
de la causa de la fiebre. Los padres y cuidadores a menudo
se sienten angustiados y asustados después de que ocurre un CF y
necesitan que
los profesionales
de la salud les informen y guíen adecuadamente sobre
el
manejo de la fiebre de sus hijos. Debido
al
uso inapropiado
de pruebas y tratamientos de
diagnóstico, es extremadamente importante mejorar el conocimiento de los pediatras y neurólogos sobre el manejo de la CF y estandarizar el
trabajo diagnóstico y terapéutico.
Palabras Claves: Convulsión; Epilepsia;
Convulsión febril; Fiebre;
Neurología pediátrica.
ABSTRACT
Febrile
seizures (CF),
events associated
with a fever in the absence of an intracranial infection,
hypoglycaemia, or an acute electrolyte
imbalance, occur in children between six months and six years
of age. CF are
the most common type
of convulsions in children. CF can be extremely
frightening for parents, even if they
are
generally harmless for children, making it important to address parental anxiety
in the most sensitive manner.
The aim of this review
was
to focus on the management of CF
in the pediatric age. An analysis of the literature showed that most children with CF
have an excellent prognosis, and few develop long-term health problems. The diagnosis of CF is clinical, and it is important to exclude intracranial infections, in particular after a complex CF. Management consists of symptom control and treating the cause of
the fever. Parents and caregivers are
often distressed and frightened after a CF
occurs and need to be appropriately informed and guided on the management of their
child’s fever by healthcare professionals. Due to
the inappropriate use of diagnostic tests and treatments, it is extremely important to improve
the knowledge of pediatricians and neurologists on CF management and to standardize the diagnostic
and therapeutic work-up.
Key
Words: Convulsion; Epilepsy;
Febrile seizure; Fever; Pediatric neurology.
Introducción.
Las convulsiones febriles (CF) son convulsiones o convulsiones que ocurren en niños entre
seis meses y seis años de edad y se
desencadenan por fiebre (Paul & Eaton, 2013). Los CF son el tipo más común de convulsiones en los niños. Su
prevalencia es aproximadamente del 3% al 4%
en niños blancos, del 6% al 9% en niños japoneses y del
5% al
10%
en niños indios (Mewasingh,
2017). CF
puede ser extremadamente aterrador para los padres, incluso si generalmente son inofensivos para los niños, por lo que es importante abordar la ansiedad de los padres de la manera
más sensible.
Las causas exactas de CF todavía
se desconocen, aunque algunos estudios indican una posible
asociación con factores ambientales
y genéticos. La fiebre es
una
respuesta normal
a la infección, y la liberación de altos niveles de citoquinas durante la fiebre
puede alterar la actividad cerebral normal, provocando convulsiones. Como se demostró en estudios anteriores, los factores de riesgo para
CF son el sexo masculino, antecedentes familiares de CF, una temperatura
corporal máxima elevada, ciertas causas subyacentes de la fiebre, complicaciones
prenatales y natales, niveles bajos
de calcio, sodio
o azúcar en sangre, hipocromía microcítica anemia y deficiencias de hierro y zinc.
(Indar Kumar,
Jitender,
& Lesa, 2016) y
la hipótesis de que la optimización de los factores de
riesgo reducibles de CF podría
disminuir la incidencia. Otros estudios mostraron
que los C están asociados con una
herencia poligénica, incluso si se ha identificado un patrón de herencia
autosómico dominante de
un "rasgo de susceptibilidad
a las convulsiones febriles" definido en
algunas familias. Finalmente, las mutaciones
en el gen que codifica
los canales de sodio y el
receptor del ácido A-aminobutírico A pueden desempeñar
un papel en el desarrollo de CF. Las infecciones
más frecuentes asociadas
con CF en niños son la varicela,
la gripe, las infecciones del oído
medio, las infecciones de las vías respiratorias superiores e
inferiores (como amigdalitis,
neumonía, bronquitis y sinusitis), infecciones
de los dientes y gastroenteritis (especialmente
las causadas por rotavirus)
(NHS Choices.
2014)
(Guedj, Chappui, & Titomanlio, 2014) estimó que el riesgo de meningitis bacteriana en niños
de 6 a 11 meses con un primer CF simple era extremadamente bajo y alentó el desarrollo de nuevas
pautas para limitar las punciones lumbares de rutina en estos niños.
El trabajo previo también informó que un absceso cerebral puede presentarse inicialmente con CF y, por lo tanto, aunque sea
raro, debe considerarse en el diagnóstico diferencial.
Teniendo en
cuenta
la frecuente
prescripción
inadecuada de los exámenes
de diagnóstico y el abuso de drogas en niños con CF, el objetivo de esta revisión es centrarse en el tratamiento de la CF en la edad pediátrica. PubMed se utilizó para
buscar todos los estudios publicados en los últimos 20 años utilizando las palabras clave: "convulsiones febriles"
y "niños" o "lactante" o "pediátrico" o "pediátrico".
Metodología.
Para
el desarrollo de este proceso investigativo, se plantea como metodología
la encaminada
hacia una orientación científica
particular que se encuentra
determinada por
la necesidad de indagar en forma precisa y coherente una situación, en tal sentido (Davila, 2015) define la metodología “como aquellos pasos previos que son seleccionados por el investigador para lograr
resultados favorables que
le ayuden a plantear nuevas ideas”. (p.66)
Lo citado por el autor, lleva
a entender que el desarrollo de
la acción investigativa
busca simplemente coordinar acciones enmarcadas en una
revisión bibliográfica con el fin de complementar ideas previas relacionadas al manejo de convulsiones febriles en infantes a
través de una revisión de
literatura, para
así
finalmente elaborar un cuerpo
de consideraciones generales
que ayuden a ampliar el interés propuesto.
Tipo
de
Investigación.
Dentro de toda práctica investigativa, se precisan acciones
de carácter metodológico mediante las
cuales, se logra conocer y proyectar los
eventos posibles que la determinan, así como las
características
que hacen del acto
científico un proceso interactivo ajustado
a una realidad posible de ser interpretada. En este sentido, se
puede decir, que la presente investigación corresponde al
tipo
documental, definido
por Castro (2016), “se ocupa del estudio de problemas planteados a nivel
teórico, la información requerida para abordarlos se encuentra básicamente
en materiales impresos,
audiovisuales y /o electrónicos”.
(p.41).
En
consideración a esta definición, la orientación metodológica permitió la oportunidad de cumplir con una
serie de actividades inherentes a la
revisión y lectura
de diversos documentos donde se encontraron ideas explicitas relacionadas con los tópicos encargados de identificar a cada característica insertada
en
el estudio. Por
lo tanto, se
realizaron continuas interpretaciones con el claro propósito de
revisar
aquellas apreciaciones o investigaciones propuestas por diferentes
investigadores relacionadas con el tema de interés, para
luego dar la respectiva argumentación a los planteamientos,
en función a las necesidades encontradas en
la indagación.
Fuentes
Documentales.
El análisis correspondiente a las características que predomina en el tema seleccionado,
llevan a incluir
diferentes fuentes documentales encargadas de darle el respectivo apoyo y en ese sentido
cumplir con la valoración de los hechos a
fin de
generar nuevos criterios que sirven de referencia
a otros procesos investigativos. Para (CASTRO, 2016) las fuentes documentales incorporadas en la investigación documental o bibliográfica, “representa
la suma de materiales sistemáticos que son revisados
en forma rigurosa y profunda para llegar
a un análisis del fenómeno”. (p.41). Por lo tanto, se procedió a cumplir con la realización de una
lectura previa
determinada para encontrar aquellos aspectos estrechamente
vinculados con el tema, con el fin de explicar mediante un
desarrollo
las respectivas apreciaciones
generales de importancia.
Técnicas para
la Recolección de la
Información.
La
conducción de la
investigación para ser
realizada en función a
las particularidades que determinan a
los estudios documentales, tiene como fin el desarrollo de
un conjunto de acciones
encargadas de llevar a la selección de técnicas estrechamente vinculadas con las características del estudio. En tal sentido, (Bolívar, 2015), refiere, que es “una técnica particular para aportar ayuda
a los procedimientos de
selección de las
ideas primarias y secundarias”. (p. 71).
Por ello, se procedió a la utilización del subrayado, resúmenes, fichaje, como parte básica para
la revisión y selección de los documentos
que presentan el contenido
teórico. Es decir, que
mediante la aplicación de
estas técnicas se
pudo llegar a recoger informaciones en cuanto a
la revisión bibliográfica de los diversos elementos encargados de orientar el proceso de investigación.
Tal como lo expresa, (Bolívar,
2015) “las técnicas documentales proporcionan las herramientas esenciales y determinantes para responder a los objetivos
formulados y llegar a
resultados efectivos” (p. 58). Es decir, para responder con eficiencia
a las necesidades
investigativas, se introdujeron como técnica
de recolección el método inductivo, que hizo posible llevar a
cabo una valoración de
los hechos de forma particular para llegar a
la explicación desde
una visión general.
Asimismo, se emplearon las técnicas de análisis de información para la realización de la investigación que fue ejecutada
bajo la dinámica
de aplicar diversos elementos encargados de
determinar el camino a
recorrer por
el
estudio, según, (Bolívar,
2015) las técnicas de procesamiento de datos en los estudios documentales “son las encargadas de
ofrecer al
investigador la visión o pasos que debe cumplir durante
su ejercicio, cada una de ellas debe estar en correspondencia con el nivel a
emplear” (p. 123). Esto indica, que para
llevar a cabo el procesamiento de los datos obtenidos una vez
aplicado las
técnicas seleccionadas, tales como:
fichas de resumen, textual, registros descriptivos
entre otros, los mismos se deben ajustar al nivel que
ha sido seleccionado.
Resultados.
Epidemiología
y características clínicas.
La CF tiene una prevalencia del 2% al 5% en niños de Europa occidental y Estados
Unidos, y la edad máxima de inicio es de 18 meses. Los niños de 12 a 30 meses representan el 50% de todos
los niños con CF, mientras que la proporción de niños que experimentan un primer episodio
de CF después de los cuatro años es baja (6% –15%). Los niños de todos los grupos étnicos pueden
presentarse con CF, pero existe una mayor prevalencia en algunos grupos étnicos,
en particular los
guayaneses (14%), los japoneses
(6% –9%) y los indios (5%
–10%) (Waruiru, 2004)
La
CF generalmente ocurre cuando la temperatura del niño es superior a 38 C, aunque los niños pueden desarrollar convulsiones en cualquier momento durante una enfermedad febril y solo pueden desarrollar fiebre después de
su convulsión. Los signos y síntomas típicos de la CF
incluyen pérdida de conciencia, dificultad para respirar, palidez o enrojecimiento, espuma en la boca, ojos rodando hacia la parte
posterior de la cabeza, mirada fija, espasmos generalizados o focales y sacudidas de brazos y piernas. Después de
una convulsión, los niños pueden estar
irritables, confundidos o somnolientos, pero se recuperarán por completo después de aproximadamente 30 minutos. Hay dos tipos principales de CF: la CF simple, que constituye el 70% de todas las CF
y generalmente no tiene consecuencias de desarrollo neurológico a largo plazo, y la CF compleja. Las características de la CF simple y compleja se describen en la Tabla.
1. El estado epiléptico febril (SE)
se define como una CF que dura más de 20 minutos y generalmente requiere la administración de anticonvulsivos para interrumpirla.
Tabla 1. Características clínicas de las convulsiones febriles (CF) simples y complejas.
Además, en 1997
se describió la epilepsia genética con convulsiones febriles plus (GECF +).
GECF + es un síndrome
de epilepsia familiar en el que las personas afectadas dentro de una familia suelen tener una variedad de fenotipos de epilepsia, que varían desde convulsiones febriles simples
y convulsiones febriles, además de un buen resultado a las encefalopatías epilépticas graves. GECF + es una condición rara y su prevalencia es desconocida. GECF + se hereda en un patrón autosómico dominante. Las mutaciones en varios genes pueden causar GECF +. El gen más comúnmente asociado es SCN1A (20. Zhang, y otros, 2017). Debido a que las manifestaciones clínicas son muy variadas, incluso entre los miembros de la familia, otros genes y factores ambientales ayudan a determinar la gravedad de la afección.
Diagnóstico
Cuando un niño con CF se presenta al Departamento de Emergencias (DE), es importante,
sobre todo, recopilar un historial detallado y preciso y realizar una evaluación clínica completa, incluido un examen neurológico, para descartar causas secundarias de convulsiones.
El diagnóstico diferencial de la CF se describe en la Tabla 2 e incluye rigurosidad, delirio febril, síncope febril,
ataques de respiración, ataques reflejos anóxicos, síndromes de epilepsia en evolución
e infecciones del sistema nervioso
central. En general, se recopila un historial de los padres o cuidadores y debe incluir la naturaleza y la duración de las convulsiones, la presencia y la duración
de la fase post-ictal, enfermedades infecciosas o fiebres recientes, uso reciente
de terapia con antibióticos, otros síntomas asociados,
inmunización y antecedentes de vacunación, antecedentes de
episodios previos de CF o un diagnóstico de epilepsia, otras afecciones y enfermedades neurológicas, antecedentes
familiares de CF, epilepsia o enfermedades neurológicas, el uso de
antipiréticos y la necesidad de rescatar anticonvulsivos para interrumpir las convulsiones,
tales como diazepam o midazolam. La evaluación clínica debe centrarse en identificar la infección que causa la fiebre.
Si todavía tiene convulsiones, el niño necesita estabilización de emergencia utilizando el
enfoque ABCDE por sus siglas en inglés (vía aérea, respiración, circulación, discapacidad y exposición / examen, más control de glucosa en sangre) y la convulsión
debe detenerse con medicamentos
antiepilépticos lo antes posible.
(ver gestión). Después de la estabilización, se deben
registrar los signos vitales: temperatura, frecuencia cardíaca y respiratoria, tiempo de llenado capilar y glucosa
en sangre. En los niños
pequeños, los signos y síntomas de las infecciones
intracraneales,
como la meningitis o la encefalitis, pueden ser muy sutiles, y estas infecciones
deben descartarse lo antes posible.
Los
abscesos cerebrales son una entidad rara en pacientes pediátricos y ocurren en niños menores de 15 años en el 25% de los casos, con una incidencia máxima
a los 4–7 años. Las
convulsiones, los déficits neurológicos focales y un estado mental alterado están presentes en el
25% -50% de los pacientes,
pero los síntomas también pueden no ser evidentes. La resonancia magnética cerebral (IRM) es la primera modalidad diagnóstica
de elección, y no se recomienda
una punción lumbar si la IRM visualiza el absceso. El tratamiento consiste en antibioticoterapia y drenaje quirúrgico del absceso. Los organismos más frecuentes que causan abscesos cerebrales son
estreptococos, estafilococos y bacterias entéricas, pero la mayor preocupación es el papel del
Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA) adquirido
en la comunidad durante la
última década (Anand, Salas, & Mahl, 2015).
Tabla 2.
Diagnóstico diferencial de convulsiones febriles (CF).
Además, es necesario diferenciar entre una
primera CF y el primer
episodio de convulsiones afebriles o epilépticas, y se
debe
identificar un historial claro de
fiebre, ya sea
antes o poco después de
la
CF. Las pruebas deben realizarse en niños que
presentan signos y síntomas
de una enfermedad grave o una
infección intracraneal (neumonía
o meningitis / encefalitis), pero
no es necesario en niños mayores de un año que tienen un foco claro de infección y están completamente inmunizados y presente con un simple CF. En niños de menos de un año que
presentan un primer episodio de CF compleja o tienen síntomas que sugieren una infección
intracraneal, se
deben considerar investigaciones
adicionales, que incluyen laboratorios
como un conteo sanguíneo completo, proteína C reactiva, urea, niveles de
calcio, magnesio, glucosa y electrolitos, y hemocultivos si se sospecha sepsis bacteriana; tira reactiva de orina
y pruebas de cultivo; radiografías de tórax; pruebas de cultivo de heces; y una punción lumbar (esta prueba no debe realizarse poco después de la CF porque en la fase post-ictal, es difícil identificar una presión intracraneal elevada).
(Naric, Rissland, & Simon, 2016)han demostrado el papel del análisis de
PCR
multiplex en la
identificación de varios virus causales en
niños con convulsiones febriles y su potencial para
facilitar la estratificación del riesgo de estos pacientes para reducir el uso innecesario de antibióticos en el futuro. Además, (Remick, Regdate, & Ostermayer, 2016) demostró que la
hipoglucemia era un hallazgo poco frecuente en el entorno prehospitalario o de urgencias en niños que se presentaban con CF, y probar
los niveles de glucosa en sangre en esta población tuvo un beneficio
bajo y una importancia
clínica mínima. Sugirieron que tales
pruebas deberían realizarse en un paciente
que se apodera
activamente después de la primera
dosis de benzodiacepinas o en un niño con un estado mental alterado persistentemente. La
tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética, la
electroencefalografía (EEG)
o una
combinación de estas pueden
considerarse en niños con antecedentes de CF
compleja o recurrente o que presentan anomalías neurológicas para descartar la presencia de afecciones neurológicas. Después de una CF en un niño
sano con una fuente
clara de
infección, no se recomienda un
EEG.
En los casos en que se realiza un EEG, el EEG debe realizarse al menos 48 h después de la
CF para evitar confundir las actividades eléctricas post-ictales con actividades eléctricas anormales. Además, (Harini, Nagarajan, & Kimia, 2015)
descubrió
que la desaceleración del electroencefalograma no era un predictor significativo de epilepsia.
Por lo tanto, es poco probable que
las anomalías tempranas del EEG después de un primer complejo
CF identifiquen a los pacientes con riesgo de epilepsia. Es probable que
haya múltiples factores que influyen en la aparición de anormalidades en el EEG, como la edad del paciente, el momento del EEG y los
síndromes genéticos. La repetición de esta prueba no es necesaria en niños que presentan episodios recurrentes de CF simple y tienen una fuente clara de infección,
pero es importante determinar con
precisión la causa de la infección
y manejarla de la manera más
adecuada.
Tratamiento.
Un niño con una CF simple no debe ser hospitalizado si está en buenas condiciones clínicas
y si
la fuente de la infección es clara. El niño puede ser dado de alta después de un período de observación en el servicio de
urgencias, preferiblemente seis horas después del episodio. La
mayoría de los episodios de CF son de corta duración y de terminación automática y no requieren
tratamiento a largo plazo con medicamentos antiepiléptico. En un niño que todavía tiene convulsiones en la presentación en el servicio de urgencias, las indicaciones para administrar medicamentos antiepilépticos son convulsiones que duran más de 5 minutos, SE febril
y convulsiones recurrentes. En la evaluación de un niño con CF, es importante reconocer las señales de alerta, que son útiles para
decidir si se requiere un manejo adicional (ver Tabla 3). La
hospitalización para la observación es necesaria cuando un niño presenta signos y síntomas de bandera roja, la convulsión se prolonga, se produce una CF compleja, se encuentran hallazgos neurológicos
residuales (es decir,
paresia
de Todd), se sospecha una infección grave, la
fuente de infección no es claramente determinado, la edad del niño es inferior a 18 meses, existe el riesgo de recurrencia de las convulsiones y los padres o cuidadores no pueden proporcionar un seguimiento regular poco después de la CF.
Tabla 3.
Señales y síntomas de bandera roja en un niño que presenta convulsiones febriles (CF).
En
la fase aguda, el tratamiento se
dirige a identificar la causa subyacente de
la fiebre y a
su manejo sintomático.
Es importante asegurar una hidratación adecuada alentando al niño a beber,
y se
puede administrar paracetamol o ibuprofeno para
aliviar las molestias causadas por la
infección. No se recomienda el uso de paracetamol e ibuprofeno juntos porque el beneficio clínico de usarlos juntos es pequeño, aumenta el riesgo de errores de administración de
medicamentos y sobredosis, y envía un
mensaje incorrecto a los padres. Varios ensayos han demostrado que los
fármacos antipiréticos no reducen el riesgo de recurrencia de la CF y, por lo tanto,
no se recomienda intentar reducir la temperatura del niño. Se debe informar a los padres y cuidadores
que la razón para
la administración de medicamentos antipiréticos es aliviar el malestar causado por la infección,
no reducir el riesgo
de CF.
Los fármacos antiepilépticos a
largo plazo generalmente
no se prescriben como profilaxis
para la CF, ya que se ha demostrado que no reducen el riesgo de desarrollar epilepsia, y sus posibles efectos
secundarios superan
sus beneficios potenciales [19,24,32-34].
En algunas ocasiones, los benzodiacepinas, como el diazepam rectal o el midazolam bucal, se
pueden recetar para usar en
el
hogar como terapia de rescate para detener las convulsiones. Las benzodiazepinas
se pueden usar en
niños que se presentan con CF frecuente en un período corto o
con
CF que dura más de 15 minutos, si previamente se han requerido medicamentos
antiepilépticos
para detener las convulsiones. Un estudio reciente de Offringa et al. revisó los efectos de
los antiepilépticos, antipiréticos y zinc en niños con CF. Llegaron
a la
conclusión de
que ni el tratamiento continuo ni intermitente
con
zinc, antiepilépticos o antipiréticos se recomienda para niños
con CF. Teniendo en cuenta que
la CF puede ser aterradora
para
los
testigos, los padres y las familias deben recibir información de contacto adecuada para servicios médicos e información
sobre la recurrencia de la CF, el manejo de primeros auxilios y, lo
más importante, la naturaleza
benigna del fenómeno
(Offringa, Newton,
& Cozijnsen, 2017).
Pronóstico
Los médicos y los padres / cuidadores a menudo están preocupados por la recurrencia de la CF, particularmente
por el riesgo de aparición de
epilepsia. La CF
simple puede aumentar
ligeramente el riesgo de
desarrollar
epilepsia, pero
no tiene efectos adversos sobre el comportamiento, el rendimiento escolar o la neurocognición. El riesgo de desarrollar epilepsia
aumenta aún más en niños con antecedentes de CF compleja. Un tercio de los niños que presentan
una CF presentarán un segundo episodio
durante una futura enfermedad febril. Los factores de riesgo para
la recurrencia de la CF son antecedentes familiares positivos de CF, una primera CF antes de
los 18 meses de edad, la aparición de una primera CF menos de una hora
después del
comienzo de la fiebre y CF a una
temperatura
corporal inferior a 38 C. Las convulsiones
febriles recurrirán en el 4% de los niños sin factores de riesgo, pero en el 75% de los niños con factores de riesgo descritos previamente. Es importante conocer los factores de riesgo de recurrencia de la CF para aconsejar a los padres o cuidadores del niño y administrar antiepilépticos de rescate a los niños con un alto riesgo
de recurrencia.
Conclusiones.
La CF es el tipo más frecuente de convulsiones en pacientes pediátricos. La mayoría de los niños
tienen un pronóstico excelente
y pocos desarrollan problemas de salud a largo plazo. El diagnóstico de CF es clínico,
y es importante excluir las infecciones intracraneales, en particular
después de una CF compleja. El tratamiento consiste
en el control de los síntomas y el tratamiento de la causa de la fiebre. Los padres y cuidadores a menudo se sienten angustiados y asustados después de que se
produce una CF
y deben ser informados adecuadamente sobre
el
pronóstico generalmente
favorable, así como guiados por profesionales de la salud sobre
el
manejo de la fiebre y la fase aguda
de la CF de sus hijos. Para
evitar el abuso de
pruebas y tratamientos de
diagnóstico, los pediatras
y neurólogos deben estar adecuadamente
informados sobre el
manejo
de la CF.
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